Secado y curado de los cogollos de marihuana

La mayoría de los cannabicultores aprenden rápidamente a apreciar el valor de los efectos y de las cualidades organolépticas de sus cosechas. En última instancia, esta es la medida del éxito de cada cosecha y establece un punto de referencia para comparaciones entre cosechas.

Conseguir flores en la planta con terpenos de alta calidad resulta inútil si, después de pasar por el proceso de secado y curado de los cogollos de marihuana, no se conservan de manera adecuada para que no se volatilicen sus terpenos y permitirles envejecer sin perder su fragancia, tricomas, efectos e incluso aspecto visual. En este artículo vamos a explorar el que posiblemente sea el tema más fascinante e importante para la mayoría de los amantes del cannabis: la fase que sigue a la cosecha.

El secado

Los cannabinoides presentes en la resina de los cogollos no alcanzan su máximo potencial de psicoactividad hasta que la hierba se seca. Esto es así porque los tricomas siguen madurando incluso después de que la planta haya sido cosechada. Además, los cannabinoides que hay en la planta fresca están en su forma ácida (THCA o ácido tetrahidrocannabinólico) y para convertirse en cannabinoides psicoactivos (THC o tetrahidrocannabinol) deben sufrir una transformación química llamada descarboxilación. El proceso de secado y curado contribuye a una descarboxilación parcial de la hierba, que se produce cuando las plantas pierden el agua que contienen.

El proceso de secado debe tardar preferentemente entre 10 y 15 días, período durante el cual la marihuana pierde alrededor del 75 por ciento de su peso por resultado de la evaporación de gran parte de su contenido de humedad.

El lugar ideal para secar el cannabis es en un lugar seco y ventilado para que los cogollos pierdan humedad, además de fresco y oscuro, ya que la luz y el calor dañan los cannabinoides. En realidad, cualquier espacio aireado donde no dé el sol sirve como secadero y la calidad del secado depende de cuán óptimos son los parámetros respecto a humedad y temperatura en ese espacio.

Para secar nuestra cosecha tenemos varias alternativas. Aparte de los secaderos de malla que se pueden adquirir en cualquier growshop, también podemos optar por tender cuerdas de pared a pared de las que colgar las ramas de marihuana o usar tendederos de ropa portátiles, que resultan muy cómodos y prácticos. Es importante que las plantas colgadas no se toquen entre sí, de ese modo estarán más aireadas y menos propensas a problemas de hongos, además evitaremos los roces que pueden romper los delicados tricomas.

Para favorecer un secado uniforme se debe poner un ventilador oscilante que mueva el aire en torno a las flores, pero nunca soplando aire directamente hacia las mismas.

Secar cogollos de marihuana es bastante sencillo. Una vez hemos eliminado las hojas más grandes de la planta, solo hay que colgar los cogollos boca abajo o disponerlos en la malla de un secadero y esperar a que se sequen. Es importante estar atentos, porque si hay poca humedad ambiental y bastante renovación de aire, los cogollos pueden tardar en secarse entre tres y cinco días. Esto no es del todo deseable, ya que un secado demasiado rápido compromete en gran parte a la calidad de los preciosos terpenos de nuestros cogollos.

Un inconveniente de secar cogollos en bandejas de malla, es que los cogollos se aplastan un poco y no quedan tan bonitos como cuando los colgamos. Por ello, si secamos nuestra marihuana en mallas, es recomendable dar la vuelta a los cogollos cada día para lograr un secado uniforme.

Muchos cultivadores de marihuana optan por un secado rápido para empezar a disfrutar de los cogollos cuanto antes, pero la verdad es que la calidad final de los cogollos es mucho mejor cuando se someten a un secado más lento. Los cogollos se secan desde el exterior hacia el interior por lo que cuando parecen estar completamente secos por fuera, es probable que aún contengan humedad en su interior. Es muy importante no almacenar los cogollos de marihuana hasta que se hayan secado para evitar que se enmohezcan.

Un buen truco para saber cuándo las plantas están suficientemente secas es intentar doblar un tallo. Las plantas han alcanzado su nivel óptimo de secado una vez que los tallos se rompen al forzarlos en vez de doblarse. Un consejo adicional, consiste en comenzar doblando los tallos más delgados, ya que son los primeros en dejar de doblarse para pasar a romperse. De este modo, podremos anticipar que las flores de los tallos ligeramente más robustos estarán listas para el curado muy poco tiempo después y que los tallos más gruesos también romperán dentro de muy pocos días.

El curado

Tal como comentamos anteriormente, cuanto más lento se produce el secado mejor es el sabor del producto final. Mientras la marihuana conserva algo de humedad se van produciendo ciertas reacciones químicas en el interior de los tejidos que degradan la clorofila, que es la principal responsable del humo irritante. Un secado lento permite la degradación de una mayor cantidad de clorofila y, por tanto, un producto final de sabor más suave y más fiel al perfil de terpenos de la variedad cultivada, ya que estos no quedan eclipsados por el sabor a clorofila.

El secado y el curado se deben entender como dos procesos que se solapan y ocurren de forma sucesiva. La descomposición de la clorofila se acentúa a partir del momento en que se corta la planta y se prolonga hasta que se consume el cogollo. De esta manera se puede incluso considerar que el curado comienza a la vez que el secado y dura hasta el momento del consumo, aunque es cierto que se vuelve mucho más lento una vez se alcanza el punto de secado óptimo, sobre todo si los cogollos se conservan protegidos de la luz, el calor y el oxígeno.

El cultivador debe mantener las plantas de marihuana colgadas en el secadero hasta que estén bastante secas, pero no totalmente secas. Las flores deben ser descolgadas mientras aún mantienen algo de humedad en el centro de los cogollos para que el curado pueda ser efectivo. Llegado a este punto se reduce al mínimo el ritmo de secado guardando los cogollos en un recipiente hermético que se deberá abrir cada día para dejar escapar un poco de la humedad restante.

Después del almacenamiento en envases herméticos, si el cultivador nota que la hierba retiene más humedad de lo deseado, es crucial aprovechar los días de sol y baja humedad relativa para abrir los recipientes durante 1 o 2 horas. De igual modo, se recomienda evitar abrir los recipientes en días de lluvia y alta humedad para prevenir que los cogollos de marihuana vuelvan a absorber humedad.

Un buen secado y curado lleva no menos de cinco semanas y se puede alargar bastante si el cultivador busca obtener el mejor producto posible. La mayoría de las variedades alcanzan su esplendor organoléptico entre la 6ª y la 10ª semana después de la cosecha.

Tras un correcto secado, los cogollos pueden conservarse en perfectas condiciones durante un año sin que pierdan apenas psicoactividad siempre que se guarden correctamente. En recipientes herméticos, preferentemente de vidrio, se pueden almacenar en la nevera o vinoteca, donde encuentran condiciones ideales (oscuridad y temperatura baja y constante) para mantener sus importantes cualidades a nivel de terpenos, calidad del humo/vapor, efecto y apariencia del cogollo. 

Por otro lado, cuando buscamos preservar las flores por más de cinco o seis meses, el almacenamiento a temperaturas bajo cero en tarros de cristal herméticos (preferentemente al vacío) en un congelador es una elección óptima, dado que la congelación disminuye la velocidad de descomposición a niveles prácticamente nulos. Ciertas extracciones, como el Live Rosin y el Ice de Fresh Frozen, también se benefician del almacenamiento a temperaturas negativas, selladas de forma hermética, para preservar la calidad de nuestro precioso producto. En conclusión, si tenemos una cantidad de cogollos acabados de curar y que sabemos que solo serán consumidos dentro de más de 2 meses, es preferible almacenarlos protegidos del aire, de la luz, de la humedad y a una temperatura baja y estable. Esto es aún más importante durante el verano, ya que las altas temperaturas, la baja humedad y las grandes amplitudes térmicas, suprimen la calidad de nuestra hierba a cada día que pasa.


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