Cultivo de marihuana en exterior

Cultivo de marihuana en exterior
El cultivo de marihuana en el exterior es fácil y muy productivo.

Técnicas de cultivo

El sistema más simple de cultivo de marihuana es hacerlo en el exterior, aprovechando la época de buen clima en que las condiciones naturales son adecuadas. Huertos, jardines, terrazas, balcones, patios o rincones en el campo, siempre que le dé el sol, cualquier espacio exterior sirve.

Cosecha de verano

La cosecha de verano es la cosecha más “natural” en el sentido de que sigue el mismo calendario que la marihuana que crece de forma silvestre. Es el sistema más tradicional, el que se ha usado para el cultivo de marihuana durante milenios. Las semillas se siembran y germinan en primavera, crecen hasta mediados del verano y empiezan a florecer a partir de julio o agosto. La cosecha de marihuana es entre septiembre, las más tempranas, y diciembre, las más tardías, aunque la gran mayoría de las variedades comerciales se recogen en octubre.

Cultivo de marihuana en exterior
En macetas las plantas de marihuana requieren más cuidados.

La época natural de cultivo de la marihuana es la primavera, pero se puede hacer desde el mes de febrero hasta mayo o incluso junio. A la hora de decidir en qué mes germinar las semillas hay que tener en cuenta que cuanto antes se planten más largo resulta el periodo de crecimiento por lo que las plantas tienen más tiempo para crecer y se hacen más grandes. Solo recomiendo germinar semillas en febrero o marzo cuando las plantas vayan a plantarse en el suelo, donde tienen acceso a muchos más nutrientes que en una maceta. Abril y mayo son mejores meses para germinar las semillas que crecerán en macetas. Limitando el periodo de crecimiento nos aseguraremos plantas de marihuana de tamaño más moderado que podrán engordar los cogollos sin carencias nutritivas. Junio y julio son los meses de último recurso, si nos hemos olvidado de hacerlo antes o hemos tenido problemas con las plantas de cannabis germinadas anteriormente aún estamos a tiempo de germinar otra tanda, aunque es probable que las plantas se queden algo más pequeñas todavía pueden dar una cosecha suficiente.

Escoger el lugar de cultivo

El lugar escogido para el cultivo de las plantas de marihuana debe recibir el máximo número de horas de sol directo. Los mejores son aquellos orientados al sur pues el sol les da desde la mañana hasta la tarde. A menudo, los cultivadores no pueden escoger y deben plantar en el lugar que tienen. Si reciben al menos cinco o seis horas de sol directo, las plantas se pueden desarrollar bastante bien. Hay algunos lugares donde no merece la pena plantar como balcones orientados al norte o en pisos muy bajos en calles estrechas donde no da el sol directamente en ningún momento del día. En condiciones de tan baja luminosidad las plantas de cannabis crecen débiles y cuando llega el momento de florecer no son capaces de engordar los cogollos. Quien solo disponga de un lugar sin sol debe considerar el cultivo de interior con lámparas como la opción más viable.

Cultivo en el suelo

Quien pueda cultivar en el suelo está de enhorabuena, con un mínimo de cuidados las plantas darán una gran cosecha y la probabilidad de problemas es menor que en cualquier otra situación. Cuando el cultivo de las plantas de marihuana se realiza en el suelo las plantas viven en el entorno natural para el que están diseñadas.

El terreno ideal debe ser rico en materia orgánica, ni demasiado arcilloso ni demasiado arenoso, con buen drenaje, pero también con suficiente retención de agua. Si tenemos la suerte de que el suelo tenga estas características perfecto pero, si como es habitual, la tierra es pobre en materia orgánica, muy dura o arcillosa debemos acondicionarla antes de plantar. El problema es que resulta muy laborioso acondicionar todo el suelo por lo que la mayoría de los cultivadores optan simplemente por cavar grandes agujeros y llenarlos de buena tierra. Es importante que tengan al menos cincuenta centímetros de diámetro y profundidad, pero si son el doble de grandes, mucho mejor. Se rellenan directamente con sustrato comercial o bien se mezcla parte de la tierra que se ha extraído con diferentes productos acondicionadores como turba, humus de lombriz o perlita hasta lograr la consistencia deseada.

Si la tierra es muy mala las plantas de marihuana no se pueden desarrollar correctamente porque no encuentran las condiciones adecuadas. Por ejemplo, un suelo con poca materia orgánica no absorbe humedad, ni almacena nutrientes, ni potencia el desarrollo de los microorganismos del suelo que son quienes realmente aportan fertilidad. Añadiendo un saco de humus de lombriz y otro de turba mejoraremos tremendamente el potencial del suelo para nutrir y mantener plantas grandes y productivas.

Cultivo en macetas

Cultivo de marihuana en exterior
Preflores de una planta de marihuana macho.

Las macetas, cuanto más grandes, mejor. La cantidad de tierra que cabe en una maceta es muy poca por lo que las raíces tienen muy limitado su desarrollo y la capacidad de absorción de nutrientes respecto a una planta que crezca en el suelo. Las macetas grandes permiten que las plantas se desarrollen mejor y produzcan más. En exterior, cómo mínimo hay que usar macetas de veinte litros de capacidad, aunque mejor si son más grandes. Sólo las variedades autoflorecientes de crecimiento más limitado podrían llegar a desarrollarse bien en macetas de diez litros siempre que el cultivador esté muy pendiente de regar cada día.

Uno de los inconvenientes del cultivo en macetas es que las raíces tienden a recalentarse demasiado con las altas temperaturas. Las macetas blancas reflejan la luz y se mantienen mucho más frescas que las negras, siempre son preferibles para cultivos de exterior. Un buen sistema para mantener las raíces de la planta de marihuana más frescas y evitar el sobrecalentamiento es meter cada maceta dentro de otra del mismo tamaño para que entre ambas quede una capa de aire que haga de aislante del calor veraniego.

Últimamente se han empezado a popularizar macetas de tela, fieltro o con agujeros en las paredes que provocan la poda aérea de las raíces. En una maceta de plástico normal cuando una raíz llega hasta la pared empieza a dar vueltas rodeando la maceta. En cambio, en estos modelos, la raíz se autopoda en cuanto le toca el aire y ramifica en todas direcciones, ocupando completamente el volumen de tierra en lugar de dar vueltas.

Se pueden sembrar las plantas marihuana directamente en su maceta definitiva pero la mayoría de los cultivadores prefiere germinar las semillas en macetas pequeñas e ir trasplantando las plantas a macetas cada vez mayores conforme se les van quedando pequeñas. Es recomendable realizar los trasplantes por la tarde para que tengan toda la noche para recuperarse del shock que les supone el cambio de maceta.

El sexado de las plantas

Hoy en día, la mayoría de los cultivadores plantan semillas feminizadas que sólo dan plantas hembra y se evitan así el sexado. Esta labor consiste en diferenciar las plantas hembra, que son las únicas que interesan para el cultivo, de las plantas macho y de las hermafroditas. La manera de distinguir el sexo lo antes posible consiste en fijarse en las preflores, que son las primeras flores que forma la planta. Aparecen mucho antes de que la verdadera floración comience. Normalmente surgen unos dos meses después de germinar la semilla de marihuana. Realizando el cultivo en el exterior, entre mayo y junio deberíamos ver las primeras preflores.

Cuando las plantas de marihuana tienen entre uno y dos meses de edad llegan a la madurez, se hacen adultas. A partir de este momento florecerán en cuanto el fotoperiodo se lo indique. En la mayoría de las variedades, cuando las plantas de cannabis llegan a la edad adulta, suelen brotar unas pocas flores, llamadas preflores, en los nudos del tallo central y de las ramas principales. El sexo de las preflores es el sexo de la planta. Con la ayuda de una lupa de ocho aumentos, resulta bastante sencillo averiguar el sexo de una planta atendiendo a sus preflores cuando aún faltan semanas o incluso meses para la verdadera floración.

Las preflores aparecen en los puntos donde se unen al tallo central las hojas primarias, las ramas laterales y las estípulas. Como las preflores son muy pequeñas, es aconsejable utilizar la lupa para verlas mejor. Observa el punto donde el pecíolo de una hoja (el tallo de la hoja) se une al tronco central. Por encima del pecíolo verás una rama primaria. Al lado, busca la estípula. Es una pequeña hoja alargada, sin pecíolo, que nace del tallo, tiene forma de hoja de espada y una longitud entre 0.5 y 1.5 centímetros. Entre la estípula, el nacimiento de la rama lateral y el pecíolo de la hoja primaria nacen las preflores.

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Preflores de una planta de marihuana hembra.

Las preflores hembra tienen la forma de una flor hembra normal pero siempre aparecen solas, sin formar cogollos. La flor hembra carece de pétalos y tiene dos partes claramente visibles: el cáliz y los estigmas. El cáliz es una protuberancia verde en forma de botella de entre 2 y 6 milímetros de longitud. En su interior guarda el ovario donde se desarrollará la semilla si la flor es polinizada por un macho. Los estigmas son dos pelillos de color blanco, amarillo o rosa que salen del cáliz y tienen por misión recoger el polen del aire para llevarlo al ovario. En ocasiones las preflores hembra aparecen sin estigmas. Si ves una flor hembra con dos estigmas en V en varios de los nudos del tallo central, entonces puedes marcar la planta como hembra. Si las flores no tienen estigmas marca la planta como indeterminada y vigílala hasta que estés seguro.

Las preflores macho no siempre tienen aspecto de flores macho, a veces no se abren y son más difíciles de identificar porque pueden adoptar distintas formas. La preflor tiene un pequeño tallo o pedúnculo que soporta una bolita con una protuberancia en forma de dedo o garra. Más adelante, se diferenciarán cinco segmentos radiales en la flor que marcan los sépalos. Las flores macho se pueden presentar también sin pedúnculo y con formas que recuerdan a una gota de agua o a un brote de la planta. Debido a estas dificultades, lo más sencillo es ir marcando las hembras en cuanto se pueda y vigilar de cerca las plantas de marihuana aún indeterminadas. Aunque una planta parezca hembra no hay que dejar de vigilarla pues hay algunas hermafroditas que sólo brotan flores hembra al principio pero luego empiezan a brotar flores macho. Las plantas hermafroditas deben tratarse como machos y eliminarlas en cuanto sean detectadas.

Esquejes

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Esqueje de marihuana enraizado en un sistema aeropónico.

La marihuana se puede reproducir sexualmente, fabricando semillas, o vegetativamente, por medio de un esqueje o clon. Este último método es asexual y no requiere dos plantas, basta con una. La idea es cortar una rama de la planta de marihuana y lograr que brote raíces y se convierta en una nueva planta completamente independiente de la primera. Los esquejes tienen grandes ventajas: son genéticamente idénticos a la planta madre, copias exactas que se comportan exactamente igual. Todos los esquejes provenientes de una madre comparten con esta todas sus características: aroma, potencia, forma de crecimiento, tiempo de floración, fecha de cosecha, etc.., algo muy práctico al hacer grandes cultivos. El inconveniente es que, al igual que comparten las virtudes de la planta madre, también compartes sus defectos y debilidades. Por ello, si una plantación de esquejes iguales sufre una plaga o una enfermedad, todas las plantas sufrirán por igual, algo que nunca sucedería en una plantación de semilla de marihuana, donde cada individuo tiene sus propias debilidades y fortalezas y siempre hay alguno más resistente a cualquier enfermedad.

Cómo hacer un esqueje

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Trasplanta los esquejes de la planta de marihuana a macetas en cuanto veas las raíces.
  • Selecciona una rama de tu planta de marihuana y corta la punta, un trozo de unos quince centímetros, con un cuchillo o tijera afilados. Debes hacer el corte a medio camino entre dos nudos. Con la tijera corta las hojas o brotes que nazcan del nudo más cercano al corte. Ese nudo es el que irá bajo tierra y del que brotarán las nuevas raíces.
  • Mete el esqueje en un vaso con agua inmediatamente para evitar que se deshidrate y marchite.
  • Prepara jiffys, cubos de lana de roca, vasitos de plástico con perlita o cualquier otro medio de enraizamiento. Riega bien el sustrato y haz con un palito un agujero donde meter el esqueje.
  • Saca el esqueje del vaso y sumerge el extremo del corte en hormona de enraizamiento, puede usarse en polvo, liquido o gel.
  • Planta el esqueje de marihuana en el agujero de la maceta y afirma ligeramente la tierra alrededor del tallo para que se mantenga firme. Es muy importante que al menos un nudo del tallo quede bajo tierra (de ahí saldrán las raíces).
  • Pulveriza el esqueje con agua y coloca la maceta en un mini-invernadero o dentro de una bolsa de plástico. Vale cualquier sitio donde la humedad sea muy alta, cercana al 100%.
  • Cada día abre la tapa para ventilar, fumiga los esquejes con agua y vuelve a cerrar. Pasados tres días deja abierta una pequeña ranura del mini-invernadero para que la humedad baje un poco.
  • Durante los siguientes días ve abriendo cada día un poco más las rendijas de ventilación.
  • Pulveriza los esquejes cuando sea necesario para evitar que baje demasiado la humedad.
  • En condiciones ideales los esquejes de nuestra planta de marihuana suelen enraizar en una semana, aunque puede alargarse hasta dos o tres semanas. En cuanto se vean raíces, trasplanta los esquejes a macetas y colócalos en un lugar a la sombra durante dos o tres días para que se adapten antes de ponerlos al sol.

Técnicas de cultivo avanzadas

A lo largo de los años los cultivadores de marihuana han ido desarrollando técnicas de cultivo especiales que les permiten dominar y manejar las plantas a su antojo. ¿Quieres que florezcan en pleno mes de junio? ¿Qué tal una cosecha en abril? ¿Y cosechar hasta cuatro tandas consecutivas de plantas en una sola temporada? Aprende los trucos de los mejores cultivadores para aprovechar al máximo la temporada.

Forzar la floración

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Cogollo de marihuana en julio gracias a la floración forzada.

Esta técnica permite obligar a cualquier planta de marihuana a florecer en el momento que el cultivador quiera. Se empieza sembrando y creciendo la planta del modo corriente, en primavera. Luego, cuando la planta tiene suficiente tamaño, al menos cincuenta centímetros, pero puede esperarse más si se quiere una mayor producción, se la obliga a florecer con un truco muy simple que solo consiste en alargar las horas de oscuridad del fotoperiodo natural de manera que las plantas de cannabis reciban noches de doce horas. Las horas extra de oscuridad se pueden tomar de la mañana o de la tarde por lo que conviene tener en cuenta a qué hora reciben más sol las plantas. Por ejemplo, en un lugar donde el sol de más por la mañana conviene ampliar las horas de oscuridad restándole horas de luz al atardecer mientras que si el jardín tiene más sol por la tarde es mejor alargar la noche robándole horas a la mañana.

Hay distintos sistemas de manipular el fotoperiodo para alargar la noche. La opción más simple cuando se cultiva en macetas es mover las plantas cada tarde a una habitación o armario a oscuras y mantenerlas allí durante doce horas antes de volver a sacarlas fuera por la mañana. Es muy fácil y sencillo, pero hay que acordarse cada día de meter y sacar las plantas a la misma hora. No es muy pesado si sólo son dos o tres plantas de marihuana, pero es muy laborioso forzar una plantación grande con este sistema. Una buena idea que puede simplificar el traslado de las plantas es usar macetas o jardineras con ruedas que se puedan desplazar fácilmente hasta el lugar donde pasen la noche.

En grandes cultivos se usa un sistema distinto, al igual que con plantas que crecen directamente en el suelo y no se pueden mover. Lo que se hace es instalar alrededor de las plantas una estructura de invernadero que permita cubrirlas cada día con una lona o plástico opaco que no deje pasar la luz. En lugar de llevar las plantas a un lugar oscuro, la idea es llevar la oscuridad hasta las plantas. El mayor problema que tiene esta técnica es mantener controladas la humedad y la temperatura en un invernadero oscuro, especialmente si el sol está dando directamente sobre la cubierta. Es frecuente que si se meten muchas plantas apretadas en un armario o habitación pequeña durante doce horas, la humedad ambiental vaya subiendo a causa de la transpiración. Si no se ventila el lugar, las condiciones excesivamente húmedas pueden favorecer la aparición y proliferación de hongos como la botritis o el oídio. Este riesgo es especialmente acusado durante las últimas semanas de floración cuando la densidad de los cogollos complica su ventilación. Un ventilador oscilante que mueva el aire alrededor de los cogollos ayuda bastante a evitar problemas. Si oscurecemos un invernadero hay que instalar un extractor que ayude a sacar el aire húmedo y a evitar que la temperatura suba en exceso.

Un tercer sistema que puede ser práctico con plantas de pequeño tamaño, se basa en cubrir las plantas individualmente. Se pueden usar cubos grandes de basura invertidos, macetas gigantes o incluso cajas de cartón (siempre que no llueva). Una gran ventaja de la floración forzada es que permite florecer las plantas en pleno verano, cuando casi no llueve ni hay hongos en el ambiente, como sucede en otoño durante la floración natural.

Cosecha de primavera

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Cosecha de marihuana de primavera en invernadero.

La cosecha de primavera es en realidad una cosecha mixta entre interior y exterior. Las plantas de marihuana se germinan en interior en enero y se mantienen bajo un fotoperiodo de crecimiento hasta el mes de marzo, momento en que se sacan al exterior para que florezcan bajo el fotoperiodo natural entre marzo y mayo, cuando las noches duran de trece a diez horas, es decir, suficientemente largas para desencadenar la floración. Durante estos tres meses el fotoperiodo exterior es tan adecuado para la floración de las plantas como el del otoño.

Lógicamente esto sólo se puede hacer en aquellos lugares en los que las temperaturas exteriores son cálidas desde marzo. En zonas muy frías en que hay heladas en marzo y abril, la cosecha de primavera sólo es posible en invernaderos con calefacción.

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Este cultivador usa una estufa de butano para calentar el invernadero por las noches.

Desde que germinan y hasta que comienza la floración, las plantas de cannabis deben recibir entre 16 y 18 horas de luz diarias, lo suficiente para hacerlas crecer y evitar una floración adelantada. Según el clima de la zona, esto puede hacerse combinando luz natural y artificial para alargar el día, o bien sólo con lámparas. Salvo en zonas muy cálidas donde las plantas pueden estar en invierno en exterior, en la mayoría de situaciones el proceso de crecimiento se debe realizar completamente en interior.

El momento idóneo para sacar las plantas fuera depende de la temperatura exterior. Para lograr una buena floración se deben alcanzar al menos los 15ºC durante el día. En zonas cálidas como la costa mediterránea, se pueden sacar las plantas a mediados o finales de febrero, pero en lugares más fríos conviene esperar hasta marzo.

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Plantas de primavera listas para la cosecha.

La floración primaveral solo dura hasta mediados o finales de mayo, si se dejan las plantas floreciendo más allá de estas fechas llega un momento en que las horas de sol aumentan demasiado como para mantener las plantas de marihuana en floración. Si alguna planta no ha sido cosechada para entonces comienza a revegetar y abandona la floración concentrándose en crecer de nuevo. La revegetación estropea los cogollos existentes, se alargan y se llenan de hojas y brotes. Para evitar que las plantas revegeten se debe calcular la plantación de invierno de modo que las plantas estén listas para la cosecha, como muy tarde, a mediados de mayo.

Cosechas múltiples con autoflorecientes

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Plantación de autoflorecientes rápidas para aprovechar al máximo un pequeño espacio.

Las variedades autoflorecientes suelen tardar en completar el ciclo desde la germinación hasta la cosecha entre 8 y 12 semanas, según la variedad. Teniendo en cuenta que la temporada de buen clima en muchas zonas abarca unos nueve meses, desde marzo hasta noviembre, se pueden llegar a realizar tres o cuatro cosechas por temporada. Este sistema puede ser ideal para un discreto cultivo de balcón, donde se requieren plantas bajas que no llamen la atención.

Escogiendo variedades autoflorecientes de talla pequeña, que suelen ser las de ciclo más rápido, se puede cosechar una tanda de plantas cada dos meses. Cada cosecha no será muy grande pero la suma de las tres o cuatro cosechas de la temporada sí dará una buena cantidad. De las cuatro cosechas, la primera y la última serán menos productivas que las dos centrales, pues hay menos horas de sol en primavera y otoño que en el verano, pero la calidad de los cogollos no tiene por qué ser peor.

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Cogollo de una variedad autofloreciente.
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Las nuevas generaciones de automáticas cada vez son de mayor calidad.
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Un cogollo bien resinado en una autofloreciente a finales de junio.